El comercio de los molinos rotatorios romanos en el Mediterráneo y litoral atlántico norte africano
A. Mederos Martín
G. Escribano Cobo
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ARCHIVO DB PREHISTORIA LEVANTINA
Vol. XXIV (Valencia, 2001)
ALFREDO MEDEROS MARTíN* Y GABRIEL ESCRIBANO
Coso**
EL COMERCIO DE LOS MOLINOS ROTATORIOS ROMANOS
EN EL MEDITERRÁNEO Y LITORAL ATLÁNTICO NORTEAFRICANO
Probablemente la innovación tecnológica más importante en las actividades productivas,
después del tomo de alfarero, fue el molino rotatorio manual utilizado en la moUenda diaria del
cereal o las bellotas (Curwen, 1941 : 15; Childe, 1943: 19). Esta innovación, al reemplazar un
movimiento de vaivén por otro giratorio, permitió con el tiempo aprovechar la fuerza animal
(donkeymills), del agua (watermills) y del viento (windmills}, convirtiéndose en uno de los
cimientos básicos para la revolución industrial (Runnels, 1990: 14 7).
El molino rotatorio manual pudo llegar a aumentar 1O veces la producción de harina de los
molinos de vaivén alternativo, de 0.6 Kg. hora a 6 Kg. hora (Dembinska, 1985: 113), aunque estimaciones etnográficas en el Abaggar más realistas obtienen en los molinos de vaivén entre 2.73.6 Kg de harina por hora de trabajo (Gast, 1968), lo que implicaría que sólo se duplicaría la producción. No menos importante es que, simultáneamente, redujo el esfuerzo flsico al disminuir la
presión de los brazos y poder mantenerse ergido y no de rodillas durante la molienda.
Sin embargo, los molinos, aunque su importancia era fundamental porque fue el paso previo antes de poder consumir el cereal, alimento básico diario de las poblaciones prehistóricas e
históricas, no han gozado de una similar consideración que la cerámica o el instrumental lítico
tallado en los estudios arqueológicos hasta fechas recientes. La razón quizás haya sido la continuidad formal en las tipologías de los molinos de vaivén y rotatorios, junto a su imprecisión cronológica respecto a la cerámica.
• Oepanameoto de Prehistoria de la UniveTSidad Complutense de Madrid. Facultad de Geograt~a e Historia. Ciudad
UniveTSitaria. 28.040 Madrid. E-maiJ: mederos@eucmax.sim.ucm.es & Deparunent of Anthropology, Peabody Museum, Harvard
University, 11 Divinity Avenue, Cambridge, Massacbusctts, 02138-2019. E-mail: mederos@fas.harvard.edu
•• Programa de doctorado. Área de Arqucologia. Departamento de Prehistoria, Antropología e Historia Antigua. Facultad de
Geografla e Historia. Universidad de La Laguna. Campus de Guajara. 38071 La Laguna. Tenerife.
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La situación ha cambiado a partir de los afios ochenta cuando se han desarrollado analíticas
que han puesto de manifiesto la procedencia de los molinos desde regiones distantes, lo cual ha
eJtigido una mayor atención en el encuadre cronológico de los ejemplares analizados, y simultáneamente, una reevaluación de la importancia de la molienda en las actividades productivas a fin
de diferenciar producción doméstica o indicios de producción centralizada.
TIPOLOGÍA
El molino barquiforme o naviforme exigía un movim iento de vaivén con una moledera agarrada por ambas manos en posición de rodillas que acababa produciendo un desgaste diferencial
en el centro del molino, forma caracterlstica de la que deriva la denominación barquiforme o
naviforme.
En general pueden distinguirse tres grandes tipos de molinos a partir del siglo V AC
(Williams-Thorpe, 1988: 260-263, table 2; Williams-Thorpe y Thorpe, 1993: 279, table 5).
1) Molinos de tolva (mola trusatilis o hopper-rubber), conocidos en Atenas desde finales del
siglo V AC, ca. 425-400AC (Runnels, 1981: 127), son muy numerosos en Israel, Anatolia, Egeo,
Grecia y Sicilia, pero completamente desconocidos en Cerdeiia, Península Ibérica o Marruecos.
Se caracterizan por presentar en la muela superior una ranura central longitudinal e inclinada en forma de doble vertiente invertida por donde se vertía el grano, y una muela plana de base
sobre la que se realizaba un movimiento de vaivén con un mango de madera sujeto a la muela
superior con grapas de hierro y a un pivote basculante (Fig. 1/7).
2) Los molinos rotativos bicónicos, presentan dos variantes, el tipo Morgantina (Morgantina
milis) (Fig. 1/9) cuyos ejemplares más antiguos en Morgantina (Sicilia) son del siglo ID AC
(White, 1963: 205) y una variente más evolucionada o tipo Pompeyano (Pompeian milis) (Fig.
118). Se distribuyen principalmente en Sicilia, particularmente la variante tipo Morgantina, siendo también predominantes en Cerdeña, Túnez, Argelia y Marruecos, con porcentajes notables en
Chipre e Israel.
Ambos presentan una muela inferior fija en forma de cono invertido y una muela superior
bicónica. Sin embargo, el tipo Pompeyano aumenta el tamafl.o de ambas, permite la tracción animal y la muela superior presenta proporciones más equilibradas entre las dimensiones de sus dos
conos que conforman la caracterlstica forma bicónica.
3) Finalmente, los molinos rotatorios se dividen en manuales (rotary quern) (Fig. 1/l-6),
predominantes en la Península Ibérica y Francia, siendo abundantes en Marruecos y Cerdeña,
sobre los que vamos a centrar este trabajo, y molinos rotatorios de tracción animal (cylindrical
milistones), de grandes dimensiones, hasta 80 cms. de diámetro, presentes en la Península Ibérica
y Cerdeña.
Frente a los moHnos rotatorios ibéricos, en epoca romana los molinos adoptarán una forma
cada vez más plana que ayudó a disminuir el coste en materia prima utilizada y, sobre todo, redujo su peso al transportarlos (Moritz, 1958: 11 7).
Los molinos de época medieval o moderna, tanto en los países mediterráneos como en
Canarias, suelen presentar una lavija (rynd) interior en la base o superficie interior de la pieza de
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Fig. 1.- Tipos de molinos en época romana. 1: rotatorio Bl. 2: rotatorio B2c. 3: rotatorio B2d. 4:
rotatorio B2e. 5: rotatorio B2f. 6: rotatorio B2g. 7: tolva. 8: pompeyano. 9: morgantina. Fuentes:
Arribas (1987: 575, fig. 7); Py (1992: 191 fig. 6/14, 194 fig. 8/29, 200 fig. 11/48, 202 tig. 13/58-59, 206
fig. 15/66 y 15172, 207 fig. 16174).
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molino superior que facilita el engarce del eje de madera o la utilización de una manivela (wooden hand/e) con mango de madera. Esta lavija, en época romana avanzada, se situa en la superficie superior del catillus o pieza superior del molino.
Otra tendencia desde época medieval es La presencia de un gollete o cuello alzado (raised
collar) más marcado alrededor del eje en la pieza superior del molino (Runnels, 1990: 151 ), lo
que se confirma en Canarias durante el siglo XV, el periodo simultáneo a la conquista, en la excavación de la Cueva de los Cabezazos (Tegueste, Tenerife) (Diego Cuscoy, 1975: 300, 326, 328).
ORIGEN Y CRONOLOGÍA DE LOS MOLINOS ROTATORIOS
Los primeros estudios sobre los molinos rotatorios se basaron en la ausencia de referencias
en los autores griegos para sostener su cronología romana, dato que confirmaba un texto de
Columella (R.R., XTII, 50), del 42 DC, quien utiliza el término de mola para un molino rotatorio
(Bennett y El ton, 1898: 130-135; Lindet, 1900: 17, 25). Los datos arqueológicos en Grecia
actualmente confirman esta tesis pues, como plantea Runnels ( 1990: 147, 149), no existe ningún
contexto arqueológico anterior del siglo I AC o durante los inicios del dominio romano, dentro
de un muestra de más de 250 yacimientos. Además, los ejemplares griegos bien datados son del
siglo m DC en adelante.
Será en el Reino Unido donde primero se evaluará un significativo n úmero de molinos rotatorios manuales de contextos arqueológicos, proponiéndose su aparición entre el 100-50 AC
durante la Edad del Hierro B (Curwen, 1937: 138,40-151 y 1941: 15-22), con antecedentes en
eJ molino rotatorio bicónico pompeyano con tracción animal, generalmente un burro (mo/ae asinariae o donkey mi/l), citado por Catón (R. R., De Agricultura, X, 4 y Xl, 4) hacia el 160-150 A C.
Sin embargo, Curwen sugiere su origen en Grecia, y no en la Península Itálica, concretamente
inventado por un supuesto seguidor de Arquímides hacia fines del siglo lii AC o inicios del siglo
IIAC.
Siguiendo a Scbulten (1927: 265), VG. Childe (1943: 25) volverá a resaltar la estrecha vinculación de la difusión del molino rotatorio manual (molae manuariae o hand-mill) con el ejército romano, ya que cada contubernium de 5 ó 1Ohombres tenía en su equipamiento un molino
rotatorio manual (Strat., IV, 1, 6; Veget., Mil. , II, 8, 13).
La difusión de los molinos rotatorios manuales a partir del siglo m DC en Alemania y
Escandinavia estaría vinculada a la influencia ejercida desde el limes del Imperio Romano. En la
propuesta de Childe (1943: 19-20) serán decisivos los molinos rotatorios romanos utilizados en
la conquista de N umancia el 150 AC (Schulten, 1927: 265, taf 29/3; 1929: 227, lám. 50a-fy
1931: 244) y varios molinos ibéricos con asas verticales de los poblados de El Piuró del Barranc
Fondo (Mayalió) (Bosch Gimpera, 1915-20: 653-654, fig. 490-492), y SantAntoni de Calaceit
(Bosch Gimpera, 1915-20: 660), de fines del siglo fV y siglo Ill AC, que apoyaba textualmente
en la referencia de Catón (R.R., X, 4) sobre las molae hispaniensis, transfiriendo a la Península
Ibérica y el Mediterráneo Occidental un papel clave en esta innovación tecnológica.
Esta atribución a la mola hispaniensis será aceptada por Moritz ( 1958: 104, 11 O, 115), quien
también propugna un origen hispano de los molinos rotatorios manuales, expandiéndose hacia
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Italia y el resto del Imperio a partir de la conquista romana de la Península Ibérica. Por el contrario, defiende un origen independiente de los molinos rotatorios bicónicos pompeyanos de tracción animal que considera originarios de Italia (Moritz, 1958: 74, 115).
Ante estos datos, Runnels ( 1990: 153) sugiere como lugar de origen del molino rotatorio
bien la Península Ibérica o bien Sicilia, ante la serie de molinos documentados en Morgantina
(White, 1963). En esta línea, Py ( 1992: 195, 197) considera que la innovación del movimiento
rotatorio debería atribuirse al mundo púnico en la Península Ibérica, desde donde se expandería
hacia el Sur de Francia e Italia.
Estudios más recientes han retrotraído la cronología de los molinos rotatorios en Inglaterra
hasta el siglo V AC, durante la Edad del Hierro. Ejemplares en arenisca rojiza y conglomerado
de Puddlehill se remontan en dos casos al 450-300 AC, otros dos al 300- 100 AC y uno al 500100 AC (King, 1986: 80-81, 88-9 1). Por el contrario, molinos elaborados sobre rocas volcánicas
no se retrotraen a fechas anteriores al 50 DC en Saint Albans o 50-100 OC e n London-Watling
Court y London-Tokenhouse Yard, procedentes de áreas fuentes e n Mayen (Alemania) y Volvic
(Francia), lo que implica que estas importaciones se produjeron a partir de la conquista romana
de Inglaterra (King, 1986: 94-95, 102-104).
Para el Mediterráneo, la serie de Lattes en el Sur de Francia es la que aporta un mejor encuadre cronológico. Molinos de tolva o tipo A3 tienen fechas de hasta el 350-325 AC (Py, 1992:
192-193). Un molino próximo al tipo pompeyano o Cl está fechado en el SO AC-25 OC (Py,
1992:2 13-214, fig. 21 / 100).
Además, los moHnos rotatorios son los que presentan el mayor número de subtipos fechados. El tipo B 1 de gran espesor, con la muela superior perforada y la inferior sólo parcialmente,
se retrotrae hasta el 300-250 AC, prolongándose hasta el 200 AC (Py, 1992: 192, 194 íig. 8/26,
29) (Fig. 1/ 1).
El tipo 82 puede estar perforado, 82b, o no, B2a, pero presenta gran espesor, fechándose
entre el 250-125 AC (Py, 1982: 196-197, fig. 9/35-37).
En cambio, el tipo 8 2d, perforado (Fig. 113), y el B2c (Fig. 112), no perforado, reducen notablemente el espesor del molino, caso de uno tipo B2d del 50-1 AC (Py, 1992: 199, 196 fig. 9/33)
o dos del tipo 8 2c del 100 AC-50 OC (Py, 1992: 199, 201 fig. 12/52 y 54).
Finalmente, los tipos B2e-g presentan dos caras cóncavas en la muela superior, dividiéndose entre el tipo B2e (Fig. 1/4), sin banda en relieve alrededor de su borde, del J50-125 AC (Py,
1992: 203, 206 fig. 15/67) y el 82g, con dicha banda en relieve, del 50 AC-1 00 OC (Py, 1992:
205, 207 fig. 16/79 y 208 fig. 17/80 y 82) (Fig. 1/6).
LOS MOLINOS ROTATORIOS EN LA PENÍNSULA IBÉRICA
La falta de estratigrafias adecuadas ha creado una notable incertidumbre sobre la aparición
de los molinos rotatorios en la Penlnsula Ibérica. L.A. Moritz (1958: 105) sefiala también a los
ejemplares de Numancia del 150 AC como los primeros molinos rotatorios manuales seguros,
que el nuevo equipo de excavadores (Checa et alii, e.p.) no retrotraen a más de siglo I AC por la
falta de referencias estratigráficas en los ejemplares de las excavaciones antiguas.
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En el litoral mediterráneo, la falta de buenos contextos estratigráficos se aprecia en notables
colecciones de molinos rotatorios ibéricos como los de la Bastida de les Alcuses (Mogente,
Valencia), excavado a fines de los afíos veinte, que resultan cronológicamente inutilizables
(Fletcher et alii, 1965 y 1969) o en la amplia serie de Coimbriga, quizás la mayor en Portugal
(Borges, 1978). Una cronología más precisa fue propuesta por Junyent y Baldellou (1972a: 59,
fig 4/63 y l972b: 57-59), en torno al 250-200 AC, por la vinculación con cerámicas campaniense A, aunque los ejemplares del nivel I1I de Mas Bosca, proceden de un nivel con intrusiones
estratigráficas. Sin embargo, la presencia de cerámica campaniense A quizás lleve estos contextos hasta un 150 AC.
En el caso de Coimbra del Barranco Ancho (Jumilla, Murcia) (Molina García el alii, 1976:
71-73, 97), dos molinos rotatorios localizados in situ en los hogares 2 y 7 pueden prolongar su
cronología hasta un momento avanzado del siglo n AC, dada la falta de niveles estratigráficos
adecuados.
La excepción fue el poblado ibérico de La Escudilla (Zucaina, Castelló) (Gusi, 1971: 205216, 234), excavado entre 1968-69, el cual aunque se encontraba parcialmente arrasado, aportó
un molino con dos agarraderas laterales en la vivienda H-1 del estrato Il de ocupación, sellado
por un nivel de incendio o estrato I, fechable hacia el410-390 AC.
No obstante, el contexto más claro procede del pecio de Isla Pedrosa (Torroella de Montgrí,
Girona), excavado entre 1964-70 (Foerster, 1975), donde se recuperaron unas 150-200 piezas de
molinos rotatorios manuales, esto es unos 100 molinos (Foerster, 1966: 6). Gracias a una importante serie de cerámica campaniense A se propondrá una cronología del130-100 AC (Barberá,
1959: 29), 150 AC (Morel, 1981: 63) o 150-140 AC (Parker, 1992: 520). Sin embargo, como
correctamente comenta Parker (1992: 520), la presencia de ánforas Dressel lA (130-50 AC), lB
(100-25 AC) y 6 o Lamboglia 2-Class 8 (200-50 AC) resulta algo dificil de correlacionar con la
cerámica campaniense A, siendo posible la coexistencia de dos o más pecios distintos, aunque
según el reportaje más extenso de las excavaciones (Foerster, 1975) se documentan asociadas a
la cerámica campaniense y los molinos, por lo que puede proponerse quizás una cronología más
cercana al 125-100 AC.
Un primer paso para retrotraer esta cronología hasta la segunda mitad del siglo AC, 250210 AC, fue aportada por dos molinos rotatorios de la casa 3, estancia B, del Puig Castellet
(Lloret del Mar, Girona) (Genis, 1985: 120-121, fig. 16) y un posible contexto de finales del siglo
IV, 330-300 AC, en Ullastret (Genis, 1986: 11 0).
Esta imprecisión cronológíca finalmente cambió con la publicación de los resultados de la
excavación del Tossal del Moro de Pinyeres (Batea, Tarragona) (Arteaga et alii, 1990: 136) que
retrotrayó al 500-400 AC la presencia de un molino rotatorio perforado verticalmente y otros dos
con agarraderas JateraJes, documentados en la fase Tossal del Moro 2. Esta nueva información
confirmó la cronología que inicialmente babia sugerido el molino del poblado de La Escudilla.
En los últimos años se han ido publicando contextos de similar antigüedad en tomo al siglo
V AC, caso del 575/550-425 AC en Los Villares m (Caudete de las Fuentes, Valencia) con un
contexto del Ibérico Antiguo (Mata, 1991: 175) y 450-400 AC, en el Puig de la Nao V
(Benicarló, Castelló) (Olivery Gusi, 1995: 183).
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Para Cataluña tenemos una similar banda temporal, 550-400 AC en Els Vilars llb y ll
(Arbeca, Lleida) (Alonso, 1995: 24 y 1996: 189, fig. 5/ 1-2). 525-400 AC en Ca n'Oiivé lb
(Cerdanyola del Valles, Barcelona) (Alonso, 1995: 24 y 1996: 189-190, fig. 5/3-4). 500-400 AC
en AJorda Park (Calafell, Tarragona) (Sanmartí y Santacana, 1992: 89-90). Y 500-300 AC en
Penya del Moro (Sant Just Desvem, Barcelona) (Alonso, 1996: 188).
Sin embargo, no deja de llamar bastante la atención la práctica ausencia de molinos rotatorios manuales en un número significativo de poblados ibéricos, caso del Puig de Castellet (Lloret
de Mar, Girona), con una clara cronología entre el 250-200 AC gracias a un repertorio cerámico
de cerámicas de barniz negro y ánforas púnico-ebusitanas como la PE 16 o púnicas como Mañá
Cl y D (Liorens y Pons, 1987: 4 1, 44).
En este sentido, es bastante interesante la información contextua! proporcionada por el
poblado ibérico de El Taratrato (Alcañiz, Teruel) (Bardaviu, 1926; París y Bardaviu, 1926: 49;
Burillo, 1982: 59), excavado en su totalidad, que sólo en la vivienda 18 presentó 3 molinos circulares rotatorios. Estos datos confirman el escaso número de molinos rotatorios documentados
por poblado donde sólo tenemos 1 caso en el Tossal del Moro 2, l en Los ViUares lll, 1 en La
Escudilla, l en Alorda Park, 2 en Puig de la Nau V, 1 en Mas Bosca, 2 en Puig CasteUet o 2 en
Coimbra del Barranco Ancho, yacimientos donde se ha excavado una superficie significativa del
área de hábitat.
EL CASO CANARIO
A la hora de establecer la tipología de los molinos canarios, Serra Ráfols y Diego Cuscoy
(1950: 395-397) recurrirán a dos molinos romanos del Museo Arqueológico de Zaragoza y al
Musée des Antiquités de Rabat, para proponer la aparición del molino rotatorio manual con la
"romanización" en la Península Ibérica, Marruecos y como fecha ante quem para Canarias.
Este planteamiento será discutido por Hemández Benítez ( 1951: 134-135) quien recordó la
presencia de los molinos rotatorios desde el siglo IV AC en época ibérica, presumiblemente
basándose en Boscb O impera ( 1915-20), para después propugnar su desarrollo autóctono en
Canarias independiente de cualquier corriente foránea y retrotraer la cronología del poblamiento de las islas hasta el Neolítico y Eneolitico.
Poco después, Jiménez Sáncbez (1952: 71-72) lo relacionó con los molinos de Ifni y el
Sabara Occidental (Caro Baroja, 1955), particularmente con los de Rlo de Oro con "el que casi
se identifica".
A finales de los años sesenta, poco después de la creación del Departamento de Prehistoria y
Arqueo logia en la Universidad de La Laguna, M. Pellicer ( 1971-72: 61) planteará que los molinos
rotatorios habían sidos traídos por los fenicios al Mediterráneo Occidental hacia los siglos VIII-VII
a.C., generalizándose en la Península Ibérica a fines del primer milenio a.C. con la iberización y
penetrando en el Norte de África y Sabara durante el Bajo Imperio romano, desde donde pasarian
a las Islas Canarias ya en una época cristiana avanzada o preferiblemente medieval.
No obstante, ya desde la primera excavación desarrollada en 1971 por P. Acosta y M.
Pellicer (1976: 149-151, 160-163) en Tenerife, se conseguirá localizar estratigráficamente la pre-
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sencia de molinos rotatorios en el nivel U (lb) de la Cueva del Barranco de la Arena (Candelaria),
fechado por carbono 14 en el 240 DC.
Poco tiempo después, la excavación por L. Diego Cuscoy (Diego Cuscoy, 1975: 300, 326,
328) de la Cueva de los Cabezazos (Tegueste, Tenerife) ponía de manifiesto la continuidad de su
uso hasta la llegada de los castellanos en el siglo XV, al detectar en su nivel III, 2 molinos rotatorios con gollete o cuello alzado, fechados en el 1450 DC.
La visión más reciente seria la aportada por R. González Antón y A. Tejera ( 1981: 34, 224)
quienes defienden un origen púnico de los molinos rotatorios en el Norte de África, generalizándose posteriormente en época romana, aunque su trasmisión hacia Canarias, en tomo a inicios del siglo l DC, seria a través de pueblos bereberes que poblarían las islas.
Los únicos casos de molinos con buenos contextos estratigráficos localizados en los últimos
aftos en Canarias hao sido uno del estrato IV, nivel Vl, de la Cueva de Don Gaspar (lcod,
Tenerife), fechado ca. 260-320 DC (del Arco, 1985:295,357,285 fig. 13/2369), y varios ejemplares del estrato 4 de El Bebedero (Teguise, Lanzarote) (Atoche, 1995-96: 39), nivel del que
proceden tres fechas del 30-50, 120 y 215 DC.
Es particularmente interesante, de acuerdo con la estratigrafía de Lattes, quizás el yacimiento con la serie de molinos romanos más detallada del Mediterráneo Occidental, que el molino rotativo del tipo B2d (Py, 1982: 199, 202-203, fig. 12/56-60), con perforación central que
atraviesa todo el eje, la variante más próxima a los ejemplares canarios, que su cronología se
enmarca entre el 25 AC y el 100 DC, lo que implica fechas prácticamente simultáneas entre los
ejemplares de la Galia meridional romana y Canarias.
CANTERAS Y PROCESO DE FABRICACIÓN EN CANARIAS
Actualmente sólo conocemos canteras de explotación de molinos en las islas de Grao
Canaria y Tenerife. En general se situan dentro de la serie basáltica 11, aprovechando bien pirocLastos soldados o lavas alveolares vacuolares. En Gran Canaria se conocen 4 canteras (Artiles
et alii, 1984: 31 ), pero no han sido publicadas en detall.e. Dos de e!Jas están en las inmediaciones de yacimientos arqueológicos, una necrópolis y un grupo de cuevas artificiales excavadas en
La roca.
El sistema de extracción se realizaba excavando un surco ancho en forma de circunferencia
con las dimensiones deseadas en una superficie horizontal o vertical; posteriormente, mediante
un golpe seco se extraía la pieza, que después debía ser tallada para darle un acabado más regular. Esta técnica puede ser observada en una cantera del Sureste de Gran Canaria pues conserva
piezas in situ a punto de ser extraídas y unos 130 huecos donde se efectuaron extracciones.
En Tenerife se conocen tres "canteras" en la Cafiada de Pedro Méodez, Cañadas del Teide
(La Orotava), los altos del Ravelo (El Sauzal) (Serra Ráfols y Diego Cuscoy, 1950: 386; Diego
Cuscoy, 1953: 26) y Jos altos de San Antonio (La Matanza). En ellas, una vez localizados los
·puntos que eran susceptibles de aprovechamiento por la presencia de traquibasaltos o de basaltos vesiculares óptimos, se beneficiaban de la fracturacióo natural de La "piedra molinera" para
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realizar una explotación oportunista que minimizaba el coste de extracción de la roca volcánica.
En ambos casos, se aprecian restos de estructuras de habitación aborigen en su área circundante.
En La Palma, en época histórica, se extraían en Topo del Morrocoyo y Charco del Tanque
(Puntagorda) (Noda y Siemens, 1982: 70), pero no hemos podido encontrar aún evidencias claras de su utilización en época aborigen.
A la hora de elaborar un molino intervenían distintos factores. En primer lugar, el tipo de
roca, puesto que los traquibasaltos tienen un grano fino o medio mientras los basaltos vesiculares suelen tener grano grueso. En segundo lugar, del tipo de cereal destinado a ser molido, cebada habitualmente, pero también trigo, puesto que ambos requieren distinto tipo de picado de la
piedra. En tercer lugar, dependiendo de cuanto más fino se desease obtener la harina, se trabajaba de forma diferente cada pieza de molino.
En todo caso, el recurso a basaltos vesiculares muy porosos evitaba tener que picar las
superficies interiores de las piezas superior e inferior de los molinos para estriarlas, trazando surcos radiales que facilitaban la molienda, los cuales exigían un reavivamiento del surco e n función del uso regular del molino.
Estos basaltos vesiculares muy porosos presentan, además, la ventaja de ser muy ligeros, lo
que facilita su transporte tanto en caso de transhumancia ganadera como para llevar un molino
elaborado o un bloque de materia prima al poblado.
La pieza inferior, solera o meta, quedaba f0a, mientras la pieza superior o catillus, daba
vueltas encima de ella alrededor de un eje (spindle) que atravesaba el catillus y se clavaba en la
meta. El eje, de madera en Gran Canaria (Pérez de Barradas, 1944: 53) o hueso, como sucedía
en Lanzarote (Abreu, 1590-163V1977: 58), podía atravesar completamente las piezas superior e
inferior, clavándose en el suelo para fijar de forma más sólida el molino al suelo. O bien, si la
pieza inferior no estaba perforada totalmente, insertarse en el agujero (eye) de la meta, por lo cual
su agujero central solía ser de dimensiones más reducidas, a veces con forma cónica invertida,
para facilitar su agarre.
La otra razón para hacer el agujero de la pieza superior más grande era que así permitía que
se fuera introduciendo grano por el agujero, mientras que al fijarse completamente el eje en la
pieza inferior impedía la pérdida de grano. El movimiento rotatorio distribuía el grano a todo el
plano de molienda de la muela inferior. En Tenerife el agujero de la pieza superior tiene una
forma cónica, mientras en Gran Canaria prima más una forma cilíndrica.
En la pieza superior o catillus, se realizaba en un lado un hoyelo (handle socket) para fijar
un mango de madera vertical con el que se imprimía un movimiento rotatorio manual.
Habitualmente en Canarias suelen presentar de 2 a 6 hoyuelos, pero esto puede deberse a dos
razones. Bien como previsión o elaboración posterior de uno o más hoyuelos en caso de que se
estropeara, como se advierte en algunos molinos fragmentados, ya que por allí solia fragmentarse la pieza a causa de su uso continuado. O bien para imprimir un movimiento rotatorio semicircular de forma alternativa hacia cada uno de los dos lados opuestos.
La mayor abundancia de piezas superiores o catillus podría deberse no sólo a la mayor elaboración de esta pieza en contraposición con la pieza inferior, sino también a que se pudiese
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aprovechar una superficie de roca preparada, con forma más o menos plana y un agujero al que
se fijaría la muela superior, lo que evitaría en ocasiones el transporte de la muela inferior.
COMERCIO DE MOLINOS EN EL MEDITERRÁNEO
Han sido los análisis de procedencia de materias primas los que han puesto de manifiesto la
importancia del comercio marítimo romano de molinos rotatorios. Las analíticas desarrolladas
por Williams-Thorpe (1988: 268-269) han puesto en evidencia que dificilmente pueden discriminarse sólo mediante estudios petrológicos de lámina delgada, siendo necesarios también análisis químicos mediante Fluorescencia de Rayos X (Potts et alii, 1984).
En la Península Ibérica existen cuatro áreas con afloramientos de rocas volcánicas susceptibles de ser aprovechadas, la Península de Lisboa, Ciudad Real, Almería en el Sureste peninsular y la comarca de Olot en Girona. Aunque sólo 24 molinos rotatorios procedentes de Girona
han sido objeto de análisis (Williams-Thorpe y Thorpe, 1987: 56-58), resulta muy llamativo que
el 46 % de los molinos sean de procedencia extrapeninsular, cuando se disponía incluso de una
fuente local en Olot, que se carece en la mayor parte de la Península Ibérica. En orden decreciente proceden del Sur de Francia (16.6 %), Cerdefia (12.5 %), Sicilia (8.3 %), Eolias (4.16 %),
lo que suma un 25% del Sur de Italia y, finalmente, el Norte de Marruecos con un 4.16 %. Del
mismo modo, aún más llamativo es el hecho que 1O de los 13 molinos analizados procedentes
de Olot son del pecio de Isla Pedrosa (Girona), presumiblemente destinados a la exportación, con
lo cual el porcentaje de molinos de Olot en Girona se reduce del 54 % a sólo un 25 %.
En Marruecos, rocas volcánicas del Atlas Medio (Williams-Thorpe, 1988: 296-297) suministran la mayor parte de los molinos utilizados en la Mauritania Tingitana, caso de Lixus,
Banasa, Thamusida y Volubilis, mientras que rocas volcánicas del Rif procedentes de Farkana
suministran a Tamuda, otras de Nador a Melilla y, en un caso, a Catalufia. No obstante, un molino de Lixus carece de un área-fuente conocida. Por otra parte, la única importación en Marruecos
es un molino pompeyano de Cerdefia, actualmente en el museo de Tetuán.
Existe una práctica división del Mediterráneo en tres regiones entre las que no se intercambian molinos, el Mediterráneo Occidental, incluyendo la Península Ibérica, Baleares, Cerdeña y
la Mauritania Tingitana. El Mediterráneo Central con Italia central y meridonal, islas Eolias,
Túnez y Libia. Y el Mediterráneo Oriental, con Egipto, Levante, Chipre, Anatolia, las islas del
Egeo y Grecia. Del mismo modo, molinos de las canteras alemanas en Mayen, Alemania
(Williams-Thorpe, 1988: 283), tampoco llegaron a alcanzar el Mediterráneo
En este sentido, no existe ni un solo molino de un área fuente del Mediterráneo Oriental en
el Mediterráneo Occidental y Jo mismo sucede a la inversa. Respecto al único ejemplo esgrimido de un molino de tolva de la isla de Nsyros en el Egeo procedente del pecio del Sec en
Mallorca (Arribas, 1987: 564; Williams-Thorpe y Thorpe, 1990: 133 y 1993: 301) no debe olvidarse que quien lo excavó, de acuerdo a su emplazamiento, en contacto con el casco del barco y
su posición (Pallarés, 1972: 320-321, 292 fig. 6), sugiere que iban como piedras de lastre, mientras el resto de los molinos son de la isla de Pantellaria en el Mediterráneo Central y deconoce-
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mos cualquier molino de tolva utilizado en Cerdeña, islas Baleares, Península Ibérica o
Marruecos. No obstante, Arribas (1987: 571, 576) duda de la función de lastre ya que considera
que se utilizarían simples piedras sin trabajar, quijarros de río o grava.
El Mediterráneo Central, incluyendo la Península Itálica, las islas Eolias, Sicilia y
Pantellaria, apenas aporta un posible molino rotatorio enAmpurias, quizás de Lípari, siendo particularmente significativo que Mulargia en Cerdeña no exporte ni un solo molino a La Península
Italiana, ni tampoco la región de Orvieto hacia Cerdeila (Williams-Thorpe, 1988: 285; WilliamsThorpe y Thorpe, 1989: l08-l 09). No obstante, Cerdefta aunque envía molinos hacia la
Península Jbérica y el Norte de Marruecos, la mayor parte de sus exportaciones se dirigen hacia
Sicilia y Túnez.
En todo caso, Sicilia tiene mayor relación con el Mediterráneo Oriental como ejemplifican
los molinos pompeyanos que desde Italia y Sicilia, se extienen hacia Grecia, Israel, Chipre,
Túnez, Ccrdeña, Argelia e incluso Marruecos (Luquet, 1966), siendo excepcionales en el Sur de
Francia y la Península Ibérica. Otro tanto sucede con los molinos de tolva, también muy abundantes en Sicilia (Williams-Thorpe, 1988: 263, table 2; WiUiams~Thorpe y Thorpe, 1993: 279,
table 5).
CONCLUSIONES
En el comercio de molinos del Mediterráneo, al tratarse de objetos de piedra volcánica relativamente pesados, se priorizó la explotación de áreas-fuente cercanas al mar, que servían como
vía rápida para su exportación y comercialización, caso de canteras próximas a la costa en
Aoatolia Occidental, las islas de Nisyros (Egeo), Egina (Grecia), PateUaria, Ústica (Sicilia),
Lípari (Eolias), La Murlargia (Cerdefia), Agde (Languedoc), Girona (Cataluña), Cabo de Gata
(Alrnería), Sintra (Península de Lisboa) o el Rif (Marruecos).
O. Williams-Thorpe ( 1988: 286; Williams-Tborpe y Thorpe, 1991.: 157) ha propuesto como
modelo explicativo que los barcos procedentes de Roma e Italia que iban a buscar grano a
Espai'ia, Túnez, Sicilla y Cerdeña, transportarían molinos entre su carga en el viaje de ida y volverían exclusivamente cargados de grano. Sin embargo, la ausencia de molinos procedentes de
canteras italianas en la Península Ibérica o Cerdeña no parece ratificar este modelo.
Tampoco Cartago recibe molinos desde Italia, aunque sí proceden del arco formado por
Pantellaria, Ústica, Sicilia, Lípari y Cerdeña. Sicilia se autoabastece principalmente en las regiones del Etna, Lípari y Cerdeña, siendo poco significativas las importaciones procedentes de
Italia.
Finalmente, la presencia de molinos de Cerdeña y Laoguedoc en Mallorca, tampoco confirma el modelo, puesto que hay ausencia total de molinos italianos y responde a un aprovisionamiento desde las áreas fuentes más próximas que, potencialmente, son Girona, Languedoc,
Cerdeña y quizás Almería.
Si asumimos que las Islas Canarias fueron una posible escala de navíos romanos entre los
siglos I AC-V OC de acuerdo con la distribución de las ánforas romanas en las islas de Tenerife,
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ALI'REDO M EOEROS MARTiN Y GABRIEl. ESCRIBANO C OSO
Gran Canaria, Fuerteventura, Lanzarote y La Graciosa (Escribano y Mederos, 1996a y 1996b),
podría sugerirse, a modo de hipótesis, que quizás áreas-fuentes de .roca volcánica presentes en
las Islas Canarias pudieron también ser objeto de algún tipo de aprovechamiento ocasional, siempre con la necesaria colaboración de la población aborigen de las islas que habitualmente las
explotaban.
Al jnterés por acceder a una roca volcáruca potencialmente aprovechable, presumiblemente
molinos aún sin acabar de manufacturar, como sucede a veces en el Mediterráneo, caso de un
molino del Rifen Cataluña (Williams-Tborpe, 1988: 287), pudo haberse añadido la necesidad de
cargar "lastre" en los barcos. Ya que la mayor parte de las ánforas localizadas en Canarias transportaron vino que pudo intercambiarse con los aborígenes insulares, para sustiturrlas exjgiría
contar con una carga o "lastre" mínimo para afrontar el viaje de vuelta.
Estos datos merecen tenerse en cuenta, puesto que, actualmente, un 23 % de los molinos
estudiados en el Mediterráneo Occidental carecen de una fuente de procedencia segura
(Williams-Tborpe, 1988: 295). En este sentido, si bien aún no se han podido muestrear Cabo de
Gata en Almería y el Campo de Calatrava en Ciudad Real, la actual muestra incluye la práctica
totalidad de las posibles áreas-fuente: Cataluña, Portugal, Languedoc, Francia Central,
Alemarua, Italia, Cerdeña, Ústica. Sicilia, Lípari, Marruecos y Libia.
Además, un posterior análisis de casi todas las áreas-fuente del Mediterráneo Oriental
(Wituams-Thorpe y Thorpe, 1993: 301) sólo consiguió asignar una de estas muestras sin procedencia del Mediterráneo Occidental, hipóteticamente, a la isla de Patmos, en el Egeo.
Ello implica que aún seguimos desconociendo las areas-fuente de procedencia de casi el 25
% de los molinos analizados del Mediterráneo Occidental, incluyendo dos molinos analizados de
Ampu.rias (Williams-Thorpe, 1988: 298).
Si sumamos la compartimentación del comercio de molinos en el Mediterráneo, confirmada por los análisis realizados y la tipo logia, que documentan un área homogénea donde circulapor
ron molinos dentro del Mediterráneo Occidental constituido _ la costa atlántica y mediterránea marroqui, la Penfusula Ibérica, el Sur de Francia, Baleares, Cerdefia y a veces Sicilia.
Creemos que merecerá explorarse también en detalle la posibilidad que abre la geología volcáruca de Canarias, más aún cuando la cronología y tipología de los molinos romanos y canarios
presentan este alto grado de coincidencias.
AGRADECIMIENTOS
Queremos agradecer la autorización de consultar los fondos del Museo Arqueológico de
Tenerife de R. González Antón, y la colaboración prestada por M. del Arco y Ma.c. Rosario
durante dicha consulta. J.A. Hemández Marrero nos ayúdó a localizar uno de los puntos de
extracción de molmos y C. Martín Lujs en su determinación geológica. X. Nieto y X. Raurich
aportaron comentarios y bibliografia sobre el pecio de lsla Pedrosa y A. Jimeno la publicación
en prensa de Numancia.
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Roman Periods". Geoarchaeology, 6 (1): 27-60.
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ARCHIVO DB PREHISTORIA LEVANTINA
Vol. XXIV (Valencia, 2001)
ALFREDO MEDEROS MARTíN* Y GABRIEL ESCRIBANO
Coso**
EL COMERCIO DE LOS MOLINOS ROTATORIOS ROMANOS
EN EL MEDITERRÁNEO Y LITORAL ATLÁNTICO NORTEAFRICANO
Probablemente la innovación tecnológica más importante en las actividades productivas,
después del tomo de alfarero, fue el molino rotatorio manual utilizado en la moUenda diaria del
cereal o las bellotas (Curwen, 1941 : 15; Childe, 1943: 19). Esta innovación, al reemplazar un
movimiento de vaivén por otro giratorio, permitió con el tiempo aprovechar la fuerza animal
(donkeymills), del agua (watermills) y del viento (windmills}, convirtiéndose en uno de los
cimientos básicos para la revolución industrial (Runnels, 1990: 14 7).
El molino rotatorio manual pudo llegar a aumentar 1O veces la producción de harina de los
molinos de vaivén alternativo, de 0.6 Kg. hora a 6 Kg. hora (Dembinska, 1985: 113), aunque estimaciones etnográficas en el Abaggar más realistas obtienen en los molinos de vaivén entre 2.73.6 Kg de harina por hora de trabajo (Gast, 1968), lo que implicaría que sólo se duplicaría la producción. No menos importante es que, simultáneamente, redujo el esfuerzo flsico al disminuir la
presión de los brazos y poder mantenerse ergido y no de rodillas durante la molienda.
Sin embargo, los molinos, aunque su importancia era fundamental porque fue el paso previo antes de poder consumir el cereal, alimento básico diario de las poblaciones prehistóricas e
históricas, no han gozado de una similar consideración que la cerámica o el instrumental lítico
tallado en los estudios arqueológicos hasta fechas recientes. La razón quizás haya sido la continuidad formal en las tipologías de los molinos de vaivén y rotatorios, junto a su imprecisión cronológica respecto a la cerámica.
• Oepanameoto de Prehistoria de la UniveTSidad Complutense de Madrid. Facultad de Geograt~a e Historia. Ciudad
UniveTSitaria. 28.040 Madrid. E-maiJ: mederos@eucmax.sim.ucm.es & Deparunent of Anthropology, Peabody Museum, Harvard
University, 11 Divinity Avenue, Cambridge, Massacbusctts, 02138-2019. E-mail: mederos@fas.harvard.edu
•• Programa de doctorado. Área de Arqucologia. Departamento de Prehistoria, Antropología e Historia Antigua. Facultad de
Geografla e Historia. Universidad de La Laguna. Campus de Guajara. 38071 La Laguna. Tenerife.
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MAKriN Y GABRIEL EsCRIBANO Coso
La situación ha cambiado a partir de los afios ochenta cuando se han desarrollado analíticas
que han puesto de manifiesto la procedencia de los molinos desde regiones distantes, lo cual ha
eJtigido una mayor atención en el encuadre cronológico de los ejemplares analizados, y simultáneamente, una reevaluación de la importancia de la molienda en las actividades productivas a fin
de diferenciar producción doméstica o indicios de producción centralizada.
TIPOLOGÍA
El molino barquiforme o naviforme exigía un movim iento de vaivén con una moledera agarrada por ambas manos en posición de rodillas que acababa produciendo un desgaste diferencial
en el centro del molino, forma caracterlstica de la que deriva la denominación barquiforme o
naviforme.
En general pueden distinguirse tres grandes tipos de molinos a partir del siglo V AC
(Williams-Thorpe, 1988: 260-263, table 2; Williams-Thorpe y Thorpe, 1993: 279, table 5).
1) Molinos de tolva (mola trusatilis o hopper-rubber), conocidos en Atenas desde finales del
siglo V AC, ca. 425-400AC (Runnels, 1981: 127), son muy numerosos en Israel, Anatolia, Egeo,
Grecia y Sicilia, pero completamente desconocidos en Cerdeiia, Península Ibérica o Marruecos.
Se caracterizan por presentar en la muela superior una ranura central longitudinal e inclinada en forma de doble vertiente invertida por donde se vertía el grano, y una muela plana de base
sobre la que se realizaba un movimiento de vaivén con un mango de madera sujeto a la muela
superior con grapas de hierro y a un pivote basculante (Fig. 1/7).
2) Los molinos rotativos bicónicos, presentan dos variantes, el tipo Morgantina (Morgantina
milis) (Fig. 1/9) cuyos ejemplares más antiguos en Morgantina (Sicilia) son del siglo ID AC
(White, 1963: 205) y una variente más evolucionada o tipo Pompeyano (Pompeian milis) (Fig.
118). Se distribuyen principalmente en Sicilia, particularmente la variante tipo Morgantina, siendo también predominantes en Cerdeña, Túnez, Argelia y Marruecos, con porcentajes notables en
Chipre e Israel.
Ambos presentan una muela inferior fija en forma de cono invertido y una muela superior
bicónica. Sin embargo, el tipo Pompeyano aumenta el tamafl.o de ambas, permite la tracción animal y la muela superior presenta proporciones más equilibradas entre las dimensiones de sus dos
conos que conforman la caracterlstica forma bicónica.
3) Finalmente, los molinos rotatorios se dividen en manuales (rotary quern) (Fig. 1/l-6),
predominantes en la Península Ibérica y Francia, siendo abundantes en Marruecos y Cerdeña,
sobre los que vamos a centrar este trabajo, y molinos rotatorios de tracción animal (cylindrical
milistones), de grandes dimensiones, hasta 80 cms. de diámetro, presentes en la Península Ibérica
y Cerdeña.
Frente a los moHnos rotatorios ibéricos, en epoca romana los molinos adoptarán una forma
cada vez más plana que ayudó a disminuir el coste en materia prima utilizada y, sobre todo, redujo su peso al transportarlos (Moritz, 1958: 11 7).
Los molinos de época medieval o moderna, tanto en los países mediterráneos como en
Canarias, suelen presentar una lavija (rynd) interior en la base o superficie interior de la pieza de
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Fig. 1.- Tipos de molinos en época romana. 1: rotatorio Bl. 2: rotatorio B2c. 3: rotatorio B2d. 4:
rotatorio B2e. 5: rotatorio B2f. 6: rotatorio B2g. 7: tolva. 8: pompeyano. 9: morgantina. Fuentes:
Arribas (1987: 575, fig. 7); Py (1992: 191 fig. 6/14, 194 fig. 8/29, 200 fig. 11/48, 202 tig. 13/58-59, 206
fig. 15/66 y 15172, 207 fig. 16174).
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molino superior que facilita el engarce del eje de madera o la utilización de una manivela (wooden hand/e) con mango de madera. Esta lavija, en época romana avanzada, se situa en la superficie superior del catillus o pieza superior del molino.
Otra tendencia desde época medieval es La presencia de un gollete o cuello alzado (raised
collar) más marcado alrededor del eje en la pieza superior del molino (Runnels, 1990: 151 ), lo
que se confirma en Canarias durante el siglo XV, el periodo simultáneo a la conquista, en la excavación de la Cueva de los Cabezazos (Tegueste, Tenerife) (Diego Cuscoy, 1975: 300, 326, 328).
ORIGEN Y CRONOLOGÍA DE LOS MOLINOS ROTATORIOS
Los primeros estudios sobre los molinos rotatorios se basaron en la ausencia de referencias
en los autores griegos para sostener su cronología romana, dato que confirmaba un texto de
Columella (R.R., XTII, 50), del 42 DC, quien utiliza el término de mola para un molino rotatorio
(Bennett y El ton, 1898: 130-135; Lindet, 1900: 17, 25). Los datos arqueológicos en Grecia
actualmente confirman esta tesis pues, como plantea Runnels ( 1990: 147, 149), no existe ningún
contexto arqueológico anterior del siglo I AC o durante los inicios del dominio romano, dentro
de un muestra de más de 250 yacimientos. Además, los ejemplares griegos bien datados son del
siglo m DC en adelante.
Será en el Reino Unido donde primero se evaluará un significativo n úmero de molinos rotatorios manuales de contextos arqueológicos, proponiéndose su aparición entre el 100-50 AC
durante la Edad del Hierro B (Curwen, 1937: 138,40-151 y 1941: 15-22), con antecedentes en
eJ molino rotatorio bicónico pompeyano con tracción animal, generalmente un burro (mo/ae asinariae o donkey mi/l), citado por Catón (R. R., De Agricultura, X, 4 y Xl, 4) hacia el 160-150 A C.
Sin embargo, Curwen sugiere su origen en Grecia, y no en la Península Itálica, concretamente
inventado por un supuesto seguidor de Arquímides hacia fines del siglo lii AC o inicios del siglo
IIAC.
Siguiendo a Scbulten (1927: 265), VG. Childe (1943: 25) volverá a resaltar la estrecha vinculación de la difusión del molino rotatorio manual (molae manuariae o hand-mill) con el ejército romano, ya que cada contubernium de 5 ó 1Ohombres tenía en su equipamiento un molino
rotatorio manual (Strat., IV, 1, 6; Veget., Mil. , II, 8, 13).
La difusión de los molinos rotatorios manuales a partir del siglo m DC en Alemania y
Escandinavia estaría vinculada a la influencia ejercida desde el limes del Imperio Romano. En la
propuesta de Childe (1943: 19-20) serán decisivos los molinos rotatorios romanos utilizados en
la conquista de N umancia el 150 AC (Schulten, 1927: 265, taf 29/3; 1929: 227, lám. 50a-fy
1931: 244) y varios molinos ibéricos con asas verticales de los poblados de El Piuró del Barranc
Fondo (Mayalió) (Bosch Gimpera, 1915-20: 653-654, fig. 490-492), y SantAntoni de Calaceit
(Bosch Gimpera, 1915-20: 660), de fines del siglo fV y siglo Ill AC, que apoyaba textualmente
en la referencia de Catón (R.R., X, 4) sobre las molae hispaniensis, transfiriendo a la Península
Ibérica y el Mediterráneo Occidental un papel clave en esta innovación tecnológica.
Esta atribución a la mola hispaniensis será aceptada por Moritz ( 1958: 104, 11 O, 115), quien
también propugna un origen hispano de los molinos rotatorios manuales, expandiéndose hacia
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Italia y el resto del Imperio a partir de la conquista romana de la Península Ibérica. Por el contrario, defiende un origen independiente de los molinos rotatorios bicónicos pompeyanos de tracción animal que considera originarios de Italia (Moritz, 1958: 74, 115).
Ante estos datos, Runnels ( 1990: 153) sugiere como lugar de origen del molino rotatorio
bien la Península Ibérica o bien Sicilia, ante la serie de molinos documentados en Morgantina
(White, 1963). En esta línea, Py ( 1992: 195, 197) considera que la innovación del movimiento
rotatorio debería atribuirse al mundo púnico en la Península Ibérica, desde donde se expandería
hacia el Sur de Francia e Italia.
Estudios más recientes han retrotraído la cronología de los molinos rotatorios en Inglaterra
hasta el siglo V AC, durante la Edad del Hierro. Ejemplares en arenisca rojiza y conglomerado
de Puddlehill se remontan en dos casos al 450-300 AC, otros dos al 300- 100 AC y uno al 500100 AC (King, 1986: 80-81, 88-9 1). Por el contrario, molinos elaborados sobre rocas volcánicas
no se retrotraen a fechas anteriores al 50 DC en Saint Albans o 50-100 OC e n London-Watling
Court y London-Tokenhouse Yard, procedentes de áreas fuentes e n Mayen (Alemania) y Volvic
(Francia), lo que implica que estas importaciones se produjeron a partir de la conquista romana
de Inglaterra (King, 1986: 94-95, 102-104).
Para el Mediterráneo, la serie de Lattes en el Sur de Francia es la que aporta un mejor encuadre cronológico. Molinos de tolva o tipo A3 tienen fechas de hasta el 350-325 AC (Py, 1992:
192-193). Un molino próximo al tipo pompeyano o Cl está fechado en el SO AC-25 OC (Py,
1992:2 13-214, fig. 21 / 100).
Además, los moHnos rotatorios son los que presentan el mayor número de subtipos fechados. El tipo B 1 de gran espesor, con la muela superior perforada y la inferior sólo parcialmente,
se retrotrae hasta el 300-250 AC, prolongándose hasta el 200 AC (Py, 1992: 192, 194 íig. 8/26,
29) (Fig. 1/ 1).
El tipo 82 puede estar perforado, 82b, o no, B2a, pero presenta gran espesor, fechándose
entre el 250-125 AC (Py, 1982: 196-197, fig. 9/35-37).
En cambio, el tipo 8 2d, perforado (Fig. 113), y el B2c (Fig. 112), no perforado, reducen notablemente el espesor del molino, caso de uno tipo B2d del 50-1 AC (Py, 1992: 199, 196 fig. 9/33)
o dos del tipo 8 2c del 100 AC-50 OC (Py, 1992: 199, 201 fig. 12/52 y 54).
Finalmente, los tipos B2e-g presentan dos caras cóncavas en la muela superior, dividiéndose entre el tipo B2e (Fig. 1/4), sin banda en relieve alrededor de su borde, del J50-125 AC (Py,
1992: 203, 206 fig. 15/67) y el 82g, con dicha banda en relieve, del 50 AC-1 00 OC (Py, 1992:
205, 207 fig. 16/79 y 208 fig. 17/80 y 82) (Fig. 1/6).
LOS MOLINOS ROTATORIOS EN LA PENÍNSULA IBÉRICA
La falta de estratigrafias adecuadas ha creado una notable incertidumbre sobre la aparición
de los molinos rotatorios en la Penlnsula Ibérica. L.A. Moritz (1958: 105) sefiala también a los
ejemplares de Numancia del 150 AC como los primeros molinos rotatorios manuales seguros,
que el nuevo equipo de excavadores (Checa et alii, e.p.) no retrotraen a más de siglo I AC por la
falta de referencias estratigráficas en los ejemplares de las excavaciones antiguas.
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En el litoral mediterráneo, la falta de buenos contextos estratigráficos se aprecia en notables
colecciones de molinos rotatorios ibéricos como los de la Bastida de les Alcuses (Mogente,
Valencia), excavado a fines de los afíos veinte, que resultan cronológicamente inutilizables
(Fletcher et alii, 1965 y 1969) o en la amplia serie de Coimbriga, quizás la mayor en Portugal
(Borges, 1978). Una cronología más precisa fue propuesta por Junyent y Baldellou (1972a: 59,
fig 4/63 y l972b: 57-59), en torno al 250-200 AC, por la vinculación con cerámicas campaniense A, aunque los ejemplares del nivel I1I de Mas Bosca, proceden de un nivel con intrusiones
estratigráficas. Sin embargo, la presencia de cerámica campaniense A quizás lleve estos contextos hasta un 150 AC.
En el caso de Coimbra del Barranco Ancho (Jumilla, Murcia) (Molina García el alii, 1976:
71-73, 97), dos molinos rotatorios localizados in situ en los hogares 2 y 7 pueden prolongar su
cronología hasta un momento avanzado del siglo n AC, dada la falta de niveles estratigráficos
adecuados.
La excepción fue el poblado ibérico de La Escudilla (Zucaina, Castelló) (Gusi, 1971: 205216, 234), excavado entre 1968-69, el cual aunque se encontraba parcialmente arrasado, aportó
un molino con dos agarraderas laterales en la vivienda H-1 del estrato Il de ocupación, sellado
por un nivel de incendio o estrato I, fechable hacia el410-390 AC.
No obstante, el contexto más claro procede del pecio de Isla Pedrosa (Torroella de Montgrí,
Girona), excavado entre 1964-70 (Foerster, 1975), donde se recuperaron unas 150-200 piezas de
molinos rotatorios manuales, esto es unos 100 molinos (Foerster, 1966: 6). Gracias a una importante serie de cerámica campaniense A se propondrá una cronología del130-100 AC (Barberá,
1959: 29), 150 AC (Morel, 1981: 63) o 150-140 AC (Parker, 1992: 520). Sin embargo, como
correctamente comenta Parker (1992: 520), la presencia de ánforas Dressel lA (130-50 AC), lB
(100-25 AC) y 6 o Lamboglia 2-Class 8 (200-50 AC) resulta algo dificil de correlacionar con la
cerámica campaniense A, siendo posible la coexistencia de dos o más pecios distintos, aunque
según el reportaje más extenso de las excavaciones (Foerster, 1975) se documentan asociadas a
la cerámica campaniense y los molinos, por lo que puede proponerse quizás una cronología más
cercana al 125-100 AC.
Un primer paso para retrotraer esta cronología hasta la segunda mitad del siglo AC, 250210 AC, fue aportada por dos molinos rotatorios de la casa 3, estancia B, del Puig Castellet
(Lloret del Mar, Girona) (Genis, 1985: 120-121, fig. 16) y un posible contexto de finales del siglo
IV, 330-300 AC, en Ullastret (Genis, 1986: 11 0).
Esta imprecisión cronológíca finalmente cambió con la publicación de los resultados de la
excavación del Tossal del Moro de Pinyeres (Batea, Tarragona) (Arteaga et alii, 1990: 136) que
retrotrayó al 500-400 AC la presencia de un molino rotatorio perforado verticalmente y otros dos
con agarraderas JateraJes, documentados en la fase Tossal del Moro 2. Esta nueva información
confirmó la cronología que inicialmente babia sugerido el molino del poblado de La Escudilla.
En los últimos años se han ido publicando contextos de similar antigüedad en tomo al siglo
V AC, caso del 575/550-425 AC en Los Villares m (Caudete de las Fuentes, Valencia) con un
contexto del Ibérico Antiguo (Mata, 1991: 175) y 450-400 AC, en el Puig de la Nao V
(Benicarló, Castelló) (Olivery Gusi, 1995: 183).
m
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Para Cataluña tenemos una similar banda temporal, 550-400 AC en Els Vilars llb y ll
(Arbeca, Lleida) (Alonso, 1995: 24 y 1996: 189, fig. 5/ 1-2). 525-400 AC en Ca n'Oiivé lb
(Cerdanyola del Valles, Barcelona) (Alonso, 1995: 24 y 1996: 189-190, fig. 5/3-4). 500-400 AC
en AJorda Park (Calafell, Tarragona) (Sanmartí y Santacana, 1992: 89-90). Y 500-300 AC en
Penya del Moro (Sant Just Desvem, Barcelona) (Alonso, 1996: 188).
Sin embargo, no deja de llamar bastante la atención la práctica ausencia de molinos rotatorios manuales en un número significativo de poblados ibéricos, caso del Puig de Castellet (Lloret
de Mar, Girona), con una clara cronología entre el 250-200 AC gracias a un repertorio cerámico
de cerámicas de barniz negro y ánforas púnico-ebusitanas como la PE 16 o púnicas como Mañá
Cl y D (Liorens y Pons, 1987: 4 1, 44).
En este sentido, es bastante interesante la información contextua! proporcionada por el
poblado ibérico de El Taratrato (Alcañiz, Teruel) (Bardaviu, 1926; París y Bardaviu, 1926: 49;
Burillo, 1982: 59), excavado en su totalidad, que sólo en la vivienda 18 presentó 3 molinos circulares rotatorios. Estos datos confirman el escaso número de molinos rotatorios documentados
por poblado donde sólo tenemos 1 caso en el Tossal del Moro 2, l en Los ViUares lll, 1 en La
Escudilla, l en Alorda Park, 2 en Puig de la Nau V, 1 en Mas Bosca, 2 en Puig CasteUet o 2 en
Coimbra del Barranco Ancho, yacimientos donde se ha excavado una superficie significativa del
área de hábitat.
EL CASO CANARIO
A la hora de establecer la tipología de los molinos canarios, Serra Ráfols y Diego Cuscoy
(1950: 395-397) recurrirán a dos molinos romanos del Museo Arqueológico de Zaragoza y al
Musée des Antiquités de Rabat, para proponer la aparición del molino rotatorio manual con la
"romanización" en la Península Ibérica, Marruecos y como fecha ante quem para Canarias.
Este planteamiento será discutido por Hemández Benítez ( 1951: 134-135) quien recordó la
presencia de los molinos rotatorios desde el siglo IV AC en época ibérica, presumiblemente
basándose en Boscb O impera ( 1915-20), para después propugnar su desarrollo autóctono en
Canarias independiente de cualquier corriente foránea y retrotraer la cronología del poblamiento de las islas hasta el Neolítico y Eneolitico.
Poco después, Jiménez Sáncbez (1952: 71-72) lo relacionó con los molinos de Ifni y el
Sabara Occidental (Caro Baroja, 1955), particularmente con los de Rlo de Oro con "el que casi
se identifica".
A finales de los años sesenta, poco después de la creación del Departamento de Prehistoria y
Arqueo logia en la Universidad de La Laguna, M. Pellicer ( 1971-72: 61) planteará que los molinos
rotatorios habían sidos traídos por los fenicios al Mediterráneo Occidental hacia los siglos VIII-VII
a.C., generalizándose en la Península Ibérica a fines del primer milenio a.C. con la iberización y
penetrando en el Norte de África y Sabara durante el Bajo Imperio romano, desde donde pasarian
a las Islas Canarias ya en una época cristiana avanzada o preferiblemente medieval.
No obstante, ya desde la primera excavación desarrollada en 1971 por P. Acosta y M.
Pellicer (1976: 149-151, 160-163) en Tenerife, se conseguirá localizar estratigráficamente la pre-
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A LFRlloo MEoEROS MAJtTIN v OAIIRIEL Esc&mANo Couo
sencia de molinos rotatorios en el nivel U (lb) de la Cueva del Barranco de la Arena (Candelaria),
fechado por carbono 14 en el 240 DC.
Poco tiempo después, la excavación por L. Diego Cuscoy (Diego Cuscoy, 1975: 300, 326,
328) de la Cueva de los Cabezazos (Tegueste, Tenerife) ponía de manifiesto la continuidad de su
uso hasta la llegada de los castellanos en el siglo XV, al detectar en su nivel III, 2 molinos rotatorios con gollete o cuello alzado, fechados en el 1450 DC.
La visión más reciente seria la aportada por R. González Antón y A. Tejera ( 1981: 34, 224)
quienes defienden un origen púnico de los molinos rotatorios en el Norte de África, generalizándose posteriormente en época romana, aunque su trasmisión hacia Canarias, en tomo a inicios del siglo l DC, seria a través de pueblos bereberes que poblarían las islas.
Los únicos casos de molinos con buenos contextos estratigráficos localizados en los últimos
aftos en Canarias hao sido uno del estrato IV, nivel Vl, de la Cueva de Don Gaspar (lcod,
Tenerife), fechado ca. 260-320 DC (del Arco, 1985:295,357,285 fig. 13/2369), y varios ejemplares del estrato 4 de El Bebedero (Teguise, Lanzarote) (Atoche, 1995-96: 39), nivel del que
proceden tres fechas del 30-50, 120 y 215 DC.
Es particularmente interesante, de acuerdo con la estratigrafía de Lattes, quizás el yacimiento con la serie de molinos romanos más detallada del Mediterráneo Occidental, que el molino rotativo del tipo B2d (Py, 1982: 199, 202-203, fig. 12/56-60), con perforación central que
atraviesa todo el eje, la variante más próxima a los ejemplares canarios, que su cronología se
enmarca entre el 25 AC y el 100 DC, lo que implica fechas prácticamente simultáneas entre los
ejemplares de la Galia meridional romana y Canarias.
CANTERAS Y PROCESO DE FABRICACIÓN EN CANARIAS
Actualmente sólo conocemos canteras de explotación de molinos en las islas de Grao
Canaria y Tenerife. En general se situan dentro de la serie basáltica 11, aprovechando bien pirocLastos soldados o lavas alveolares vacuolares. En Gran Canaria se conocen 4 canteras (Artiles
et alii, 1984: 31 ), pero no han sido publicadas en detall.e. Dos de e!Jas están en las inmediaciones de yacimientos arqueológicos, una necrópolis y un grupo de cuevas artificiales excavadas en
La roca.
El sistema de extracción se realizaba excavando un surco ancho en forma de circunferencia
con las dimensiones deseadas en una superficie horizontal o vertical; posteriormente, mediante
un golpe seco se extraía la pieza, que después debía ser tallada para darle un acabado más regular. Esta técnica puede ser observada en una cantera del Sureste de Gran Canaria pues conserva
piezas in situ a punto de ser extraídas y unos 130 huecos donde se efectuaron extracciones.
En Tenerife se conocen tres "canteras" en la Cafiada de Pedro Méodez, Cañadas del Teide
(La Orotava), los altos del Ravelo (El Sauzal) (Serra Ráfols y Diego Cuscoy, 1950: 386; Diego
Cuscoy, 1953: 26) y Jos altos de San Antonio (La Matanza). En ellas, una vez localizados los
·puntos que eran susceptibles de aprovechamiento por la presencia de traquibasaltos o de basaltos vesiculares óptimos, se beneficiaban de la fracturacióo natural de La "piedra molinera" para
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realizar una explotación oportunista que minimizaba el coste de extracción de la roca volcánica.
En ambos casos, se aprecian restos de estructuras de habitación aborigen en su área circundante.
En La Palma, en época histórica, se extraían en Topo del Morrocoyo y Charco del Tanque
(Puntagorda) (Noda y Siemens, 1982: 70), pero no hemos podido encontrar aún evidencias claras de su utilización en época aborigen.
A la hora de elaborar un molino intervenían distintos factores. En primer lugar, el tipo de
roca, puesto que los traquibasaltos tienen un grano fino o medio mientras los basaltos vesiculares suelen tener grano grueso. En segundo lugar, del tipo de cereal destinado a ser molido, cebada habitualmente, pero también trigo, puesto que ambos requieren distinto tipo de picado de la
piedra. En tercer lugar, dependiendo de cuanto más fino se desease obtener la harina, se trabajaba de forma diferente cada pieza de molino.
En todo caso, el recurso a basaltos vesiculares muy porosos evitaba tener que picar las
superficies interiores de las piezas superior e inferior de los molinos para estriarlas, trazando surcos radiales que facilitaban la molienda, los cuales exigían un reavivamiento del surco e n función del uso regular del molino.
Estos basaltos vesiculares muy porosos presentan, además, la ventaja de ser muy ligeros, lo
que facilita su transporte tanto en caso de transhumancia ganadera como para llevar un molino
elaborado o un bloque de materia prima al poblado.
La pieza inferior, solera o meta, quedaba f0a, mientras la pieza superior o catillus, daba
vueltas encima de ella alrededor de un eje (spindle) que atravesaba el catillus y se clavaba en la
meta. El eje, de madera en Gran Canaria (Pérez de Barradas, 1944: 53) o hueso, como sucedía
en Lanzarote (Abreu, 1590-163V1977: 58), podía atravesar completamente las piezas superior e
inferior, clavándose en el suelo para fijar de forma más sólida el molino al suelo. O bien, si la
pieza inferior no estaba perforada totalmente, insertarse en el agujero (eye) de la meta, por lo cual
su agujero central solía ser de dimensiones más reducidas, a veces con forma cónica invertida,
para facilitar su agarre.
La otra razón para hacer el agujero de la pieza superior más grande era que así permitía que
se fuera introduciendo grano por el agujero, mientras que al fijarse completamente el eje en la
pieza inferior impedía la pérdida de grano. El movimiento rotatorio distribuía el grano a todo el
plano de molienda de la muela inferior. En Tenerife el agujero de la pieza superior tiene una
forma cónica, mientras en Gran Canaria prima más una forma cilíndrica.
En la pieza superior o catillus, se realizaba en un lado un hoyelo (handle socket) para fijar
un mango de madera vertical con el que se imprimía un movimiento rotatorio manual.
Habitualmente en Canarias suelen presentar de 2 a 6 hoyuelos, pero esto puede deberse a dos
razones. Bien como previsión o elaboración posterior de uno o más hoyuelos en caso de que se
estropeara, como se advierte en algunos molinos fragmentados, ya que por allí solia fragmentarse la pieza a causa de su uso continuado. O bien para imprimir un movimiento rotatorio semicircular de forma alternativa hacia cada uno de los dos lados opuestos.
La mayor abundancia de piezas superiores o catillus podría deberse no sólo a la mayor elaboración de esta pieza en contraposición con la pieza inferior, sino también a que se pudiese
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aprovechar una superficie de roca preparada, con forma más o menos plana y un agujero al que
se fijaría la muela superior, lo que evitaría en ocasiones el transporte de la muela inferior.
COMERCIO DE MOLINOS EN EL MEDITERRÁNEO
Han sido los análisis de procedencia de materias primas los que han puesto de manifiesto la
importancia del comercio marítimo romano de molinos rotatorios. Las analíticas desarrolladas
por Williams-Thorpe (1988: 268-269) han puesto en evidencia que dificilmente pueden discriminarse sólo mediante estudios petrológicos de lámina delgada, siendo necesarios también análisis químicos mediante Fluorescencia de Rayos X (Potts et alii, 1984).
En la Península Ibérica existen cuatro áreas con afloramientos de rocas volcánicas susceptibles de ser aprovechadas, la Península de Lisboa, Ciudad Real, Almería en el Sureste peninsular y la comarca de Olot en Girona. Aunque sólo 24 molinos rotatorios procedentes de Girona
han sido objeto de análisis (Williams-Thorpe y Thorpe, 1987: 56-58), resulta muy llamativo que
el 46 % de los molinos sean de procedencia extrapeninsular, cuando se disponía incluso de una
fuente local en Olot, que se carece en la mayor parte de la Península Ibérica. En orden decreciente proceden del Sur de Francia (16.6 %), Cerdefia (12.5 %), Sicilia (8.3 %), Eolias (4.16 %),
lo que suma un 25% del Sur de Italia y, finalmente, el Norte de Marruecos con un 4.16 %. Del
mismo modo, aún más llamativo es el hecho que 1O de los 13 molinos analizados procedentes
de Olot son del pecio de Isla Pedrosa (Girona), presumiblemente destinados a la exportación, con
lo cual el porcentaje de molinos de Olot en Girona se reduce del 54 % a sólo un 25 %.
En Marruecos, rocas volcánicas del Atlas Medio (Williams-Thorpe, 1988: 296-297) suministran la mayor parte de los molinos utilizados en la Mauritania Tingitana, caso de Lixus,
Banasa, Thamusida y Volubilis, mientras que rocas volcánicas del Rif procedentes de Farkana
suministran a Tamuda, otras de Nador a Melilla y, en un caso, a Catalufia. No obstante, un molino de Lixus carece de un área-fuente conocida. Por otra parte, la única importación en Marruecos
es un molino pompeyano de Cerdefia, actualmente en el museo de Tetuán.
Existe una práctica división del Mediterráneo en tres regiones entre las que no se intercambian molinos, el Mediterráneo Occidental, incluyendo la Península Ibérica, Baleares, Cerdeña y
la Mauritania Tingitana. El Mediterráneo Central con Italia central y meridonal, islas Eolias,
Túnez y Libia. Y el Mediterráneo Oriental, con Egipto, Levante, Chipre, Anatolia, las islas del
Egeo y Grecia. Del mismo modo, molinos de las canteras alemanas en Mayen, Alemania
(Williams-Thorpe, 1988: 283), tampoco llegaron a alcanzar el Mediterráneo
En este sentido, no existe ni un solo molino de un área fuente del Mediterráneo Oriental en
el Mediterráneo Occidental y Jo mismo sucede a la inversa. Respecto al único ejemplo esgrimido de un molino de tolva de la isla de Nsyros en el Egeo procedente del pecio del Sec en
Mallorca (Arribas, 1987: 564; Williams-Thorpe y Thorpe, 1990: 133 y 1993: 301) no debe olvidarse que quien lo excavó, de acuerdo a su emplazamiento, en contacto con el casco del barco y
su posición (Pallarés, 1972: 320-321, 292 fig. 6), sugiere que iban como piedras de lastre, mientras el resto de los molinos son de la isla de Pantellaria en el Mediterráneo Central y deconoce-
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mos cualquier molino de tolva utilizado en Cerdeña, islas Baleares, Península Ibérica o
Marruecos. No obstante, Arribas (1987: 571, 576) duda de la función de lastre ya que considera
que se utilizarían simples piedras sin trabajar, quijarros de río o grava.
El Mediterráneo Central, incluyendo la Península Itálica, las islas Eolias, Sicilia y
Pantellaria, apenas aporta un posible molino rotatorio enAmpurias, quizás de Lípari, siendo particularmente significativo que Mulargia en Cerdeña no exporte ni un solo molino a La Península
Italiana, ni tampoco la región de Orvieto hacia Cerdeila (Williams-Thorpe, 1988: 285; WilliamsThorpe y Thorpe, 1989: l08-l 09). No obstante, Cerdefta aunque envía molinos hacia la
Península Jbérica y el Norte de Marruecos, la mayor parte de sus exportaciones se dirigen hacia
Sicilia y Túnez.
En todo caso, Sicilia tiene mayor relación con el Mediterráneo Oriental como ejemplifican
los molinos pompeyanos que desde Italia y Sicilia, se extienen hacia Grecia, Israel, Chipre,
Túnez, Ccrdeña, Argelia e incluso Marruecos (Luquet, 1966), siendo excepcionales en el Sur de
Francia y la Península Ibérica. Otro tanto sucede con los molinos de tolva, también muy abundantes en Sicilia (Williams-Thorpe, 1988: 263, table 2; WiUiams~Thorpe y Thorpe, 1993: 279,
table 5).
CONCLUSIONES
En el comercio de molinos del Mediterráneo, al tratarse de objetos de piedra volcánica relativamente pesados, se priorizó la explotación de áreas-fuente cercanas al mar, que servían como
vía rápida para su exportación y comercialización, caso de canteras próximas a la costa en
Aoatolia Occidental, las islas de Nisyros (Egeo), Egina (Grecia), PateUaria, Ústica (Sicilia),
Lípari (Eolias), La Murlargia (Cerdefia), Agde (Languedoc), Girona (Cataluña), Cabo de Gata
(Alrnería), Sintra (Península de Lisboa) o el Rif (Marruecos).
O. Williams-Thorpe ( 1988: 286; Williams-Tborpe y Thorpe, 1991.: 157) ha propuesto como
modelo explicativo que los barcos procedentes de Roma e Italia que iban a buscar grano a
Espai'ia, Túnez, Sicilla y Cerdeña, transportarían molinos entre su carga en el viaje de ida y volverían exclusivamente cargados de grano. Sin embargo, la ausencia de molinos procedentes de
canteras italianas en la Península Ibérica o Cerdeña no parece ratificar este modelo.
Tampoco Cartago recibe molinos desde Italia, aunque sí proceden del arco formado por
Pantellaria, Ústica, Sicilia, Lípari y Cerdeña. Sicilia se autoabastece principalmente en las regiones del Etna, Lípari y Cerdeña, siendo poco significativas las importaciones procedentes de
Italia.
Finalmente, la presencia de molinos de Cerdeña y Laoguedoc en Mallorca, tampoco confirma el modelo, puesto que hay ausencia total de molinos italianos y responde a un aprovisionamiento desde las áreas fuentes más próximas que, potencialmente, son Girona, Languedoc,
Cerdeña y quizás Almería.
Si asumimos que las Islas Canarias fueron una posible escala de navíos romanos entre los
siglos I AC-V OC de acuerdo con la distribución de las ánforas romanas en las islas de Tenerife,
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ALI'REDO M EOEROS MARTiN Y GABRIEl. ESCRIBANO C OSO
Gran Canaria, Fuerteventura, Lanzarote y La Graciosa (Escribano y Mederos, 1996a y 1996b),
podría sugerirse, a modo de hipótesis, que quizás áreas-fuentes de .roca volcánica presentes en
las Islas Canarias pudieron también ser objeto de algún tipo de aprovechamiento ocasional, siempre con la necesaria colaboración de la población aborigen de las islas que habitualmente las
explotaban.
Al jnterés por acceder a una roca volcáruca potencialmente aprovechable, presumiblemente
molinos aún sin acabar de manufacturar, como sucede a veces en el Mediterráneo, caso de un
molino del Rifen Cataluña (Williams-Tborpe, 1988: 287), pudo haberse añadido la necesidad de
cargar "lastre" en los barcos. Ya que la mayor parte de las ánforas localizadas en Canarias transportaron vino que pudo intercambiarse con los aborígenes insulares, para sustiturrlas exjgiría
contar con una carga o "lastre" mínimo para afrontar el viaje de vuelta.
Estos datos merecen tenerse en cuenta, puesto que, actualmente, un 23 % de los molinos
estudiados en el Mediterráneo Occidental carecen de una fuente de procedencia segura
(Williams-Tborpe, 1988: 295). En este sentido, si bien aún no se han podido muestrear Cabo de
Gata en Almería y el Campo de Calatrava en Ciudad Real, la actual muestra incluye la práctica
totalidad de las posibles áreas-fuente: Cataluña, Portugal, Languedoc, Francia Central,
Alemarua, Italia, Cerdeña, Ústica. Sicilia, Lípari, Marruecos y Libia.
Además, un posterior análisis de casi todas las áreas-fuente del Mediterráneo Oriental
(Wituams-Thorpe y Thorpe, 1993: 301) sólo consiguió asignar una de estas muestras sin procedencia del Mediterráneo Occidental, hipóteticamente, a la isla de Patmos, en el Egeo.
Ello implica que aún seguimos desconociendo las areas-fuente de procedencia de casi el 25
% de los molinos analizados del Mediterráneo Occidental, incluyendo dos molinos analizados de
Ampu.rias (Williams-Thorpe, 1988: 298).
Si sumamos la compartimentación del comercio de molinos en el Mediterráneo, confirmada por los análisis realizados y la tipo logia, que documentan un área homogénea donde circulapor
ron molinos dentro del Mediterráneo Occidental constituido _ la costa atlántica y mediterránea marroqui, la Penfusula Ibérica, el Sur de Francia, Baleares, Cerdefia y a veces Sicilia.
Creemos que merecerá explorarse también en detalle la posibilidad que abre la geología volcáruca de Canarias, más aún cuando la cronología y tipología de los molinos romanos y canarios
presentan este alto grado de coincidencias.
AGRADECIMIENTOS
Queremos agradecer la autorización de consultar los fondos del Museo Arqueológico de
Tenerife de R. González Antón, y la colaboración prestada por M. del Arco y Ma.c. Rosario
durante dicha consulta. J.A. Hemández Marrero nos ayúdó a localizar uno de los puntos de
extracción de molmos y C. Martín Lujs en su determinación geológica. X. Nieto y X. Raurich
aportaron comentarios y bibliografia sobre el pecio de lsla Pedrosa y A. Jimeno la publicación
en prensa de Numancia.
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